sábado, 3 de agosto de 2013

En honor a ti: Vacaciones ya entre mis piernas

Primer día de vacaciones. Mañana blanca donde las haya aunque el día esté gris. Mi primer día de vacaciones después de muchísimo tiempo (no alargo las vocales porque no me parece que quede bien pero la u en muchísimo podría repetirse hasta tres años poco más o menos). Sí, por fin vacaciones. Las puedo sentir sólidas bajo mis pies, entre mis piernas. Por fin. Sé que correrán como el viento y en un visto y no visto dejarán de estar. Pero de momento, son.

Me he levantado un poquito aprensiva porque necesitaba/quería/deseaba comunicar algo con precisión, abrirme más si cabe y escribir con el corazón y la cabeza. Aunque digo mucho que la verdad está sobrevalorada (la verdad tiene muchas caras, depende de quién te la diga y quien se crea dueño de esa verdad), la sinceridad con uno mismo y con quién se quiere te da paz.

Y bueno, ahora mismo, estoy serena, feliz y en paz. Es una buena forma de empezar las vacaciones. Y además el médico me dijo el miércoles que estoy buena. Bajo su punto de vista, claro, qué en este caso era los resultados de la analítica visible en su pantalla de ordenador. Azúcar, colesterol, hierro, hormonas y no sé cuantas cosas más estaban en orden, casi mejor que en orden según él: perfectas. Me queda la ecografía vaginal, pero eso ya lo contaré a finales de octubre.
¿He contado que mi médico está bueno? Empieza a notársele el paso del tiempo, como a todos. Tiene una sonrisa graciosa porque siempre parece que se le escapa sin querer. O será conmigo que cuando me pongo nerviosa no puedo evitar hablar mucho y ponerme modo payaso o si no que se lo pregunten a Ginés que él sabe de que hablo. Este médico, Victor, tiene fama de serio y de alguna otra cosa más que no puedo poner aquí y no, no es nada sexual que de esa, si la tiene no sé nada. Recuerdo haber hablado con alguna vecina sobre él y que me dijera que no le gustaba nada porque siempre era muy seco. Ya digo que conmigo nunca lo ha sido y ahora mismo reflexionando sobre él me acabo de dar cuenta de porqué me cae tan bien y me hace gracia, aunque no quiera sonreír, los ojos le delatan: se le forman unas arruguitas en el rabillo y le brillan. Y eso hace que me recuerde mucho a mi padre. Él (mi padre) era especialista en contar verdaderos monólogos, chistes, en embromarte, en hacerte rabiar, sin sonreír en absoluto y manteniendo esa voz del Señor Enrique, el rictus serio, el semblante severo que tanto solía imponer y sin embargo siempre lo podías descubrir si observabas sus ojos. No podía evitar sonreír con ellos.  

Estoy dispersa, lo sé. Salto de un tema a otro. Pero estoy contenta y quiero pensar que contagio esa alegría en cada tecla que pulso.

No sé si escribiré mucho o poco estas vacaciones, me da que más bien lo contrario.

A modo de regalo (si pudiera hacerlo, si no suena a presunción) me gustaría "contagiar" esta alegría a todo aquel que pase por aquí y sobre todo a aquellos que siempre estáis ahí. A los que empecéis las vacaciones conmigo, los que ya estáis en ellas, los que las tuvistéis, los que no las van a tener, los que por circunstancias no tienen quien les de vacaciones. A todos, feliz verano.

Aunque suene medio a despedida escolar hasta septiembre seguro que no lo es, que volcaré más de mí, más pensamientos, más cositas mías de aquí allá.